jueves, 5 de marzo de 2015

CARTA ABIERTA A DAVID FERNÁNDEZ

Em considero independentista català, però jo no sóc nacionalista, perquè, com sóc immigrant, no em puc sentir nacionalista.
David Fernández

Apreciado Ilustre Señor Fernández:

Me tomo la libertad de escribirle ante el estupor que me ha ocasionado la cita que encabeza esta carta y que, según parece, se ha extraído de una entrevista que le realizaron recientemente. Ruego disculpe mi osadía, pero hay un par o tres de premisas que se pueden desprender de sus palabras que me veo impelido a comentar con usted.
Ignoro el valor que le confiere usted al hecho migratorio. En un principio no es más que una variable demográfica y un comportamiento típicamente humano. Las primeras especies de nuestro género ya desarrollaron la migración como estrategia adaptativa de probado éxito. Sin lugar a dudas, la emigración exige capacidad de adaptación y arrojo. Por todo esto, yo experimento una verdadera admiración por los emigrantes y una profunda antipatía por cuantos los desprecian. Es una actitud lamentablemente muy común y, las cosas como son, propia de mediocres. Denota un falso complejo de superioridad del que se siente dueño del terruño y ve amenazada su posición, teóricamente privilegiada. Imagino que no le descubro nada si afirmo que el desprecio al inmigrante es un sentimiento muy arraigado en Cataluña. Yo tengo muy marcado el desprecio con el que se refería mi abuela a aquesta gent forastera o aquesta gent castellana. Era una mujer muy antigua y de derechas.

Así pues, cuando usted se define como inmigrante ignoro si lo dice en un plano teórico, poético – ya sabe, todos somos inmigrantes- o, por el contrario, lo dice en sentido literal. He de reconocerle que cuando he leído su cita – sacada de contexto, lo sé- me he inclinado a pensar que lo decía en sentido literal. Entiéndame, es lo que se desprende de tan breve texto. Y con las connotaciones negativas que, como hemos comentado, muchos le atribuyen a la inmigración, se figurará que semejante idea me ha escandalizado. ¿Cómo un tipo nacido en Barcelona afirma ser inmigrante? Solo una mentalidad muy etnicista – quedándome corto- puede llegar a sugerir que la condición de inmigrado, recién llegado, se transmite de padres a hijos. Como si se tratase de una casta india – no de las de Podemos, ya me entiende, me refiero a los intocables y demás-. Semejante planteamiento es nauseabundo, pero, por desgracia, como bien sabrá, es más abundante de lo que cabe esperar. A más de uno y más de dos he sorprendido sosteniendo semejante aberración. Hasta de colonos se habla, qué le voy a contar. Entenderá que me haya alarmado pensando que se dedicaba a usted mismo ideas tan abyectas. En fin, da pie a muchas especulaciones psicológicas de mal gusto, por lo que he optado a comentarlo con usted antes de seguir por ahí.

Si bien ésta era la afirmación que más me ha sobresaltado, no es la única que me veo impelido a comentarle. Usted sentencia que siendo inmigrante – que no lo es, claro, en todo caso, solo en un plano poético- no se puede sentir nacionalista. Lo lamento, por más que lo relea, soy incapaz de ver la relación de causalidad. No veo impedimento físico a ser inmigrante y sentirse nacionalista a la vez, de sobras es conocido lo veleidosos que pueden ser los sentimientos y más referidos a conceptos tan abstractos y complicados como nación o nacionalismo. Quizá no hable usted de lógica – perdone si me excedo de aristotélico- sino de moral. Al identificarse con la condición del inmigrante por coherencia moral no puede sentirse nacionalista porque no puede sentirse ligado a ningún territorio ni colectivo concreto. En tal caso le alabo el criterio. Piense que la impresión que me había dado al leerle es que no podía sentirse nacionalista catalán al no ser étnicamente catalán. Ya, una estupidez sin sentido, discúlpeme, se habla tanto de estos complejos conceptos que uno fácilmente acaba confundiéndose.

Donde si me ha de perdonar es en la afirmación de que se considera independentista catalán pero no es nacionalista. Lo primero que llama la atención es eso de considerarse independentista. Se es o no se es independentista, es decir, partidario de la independencia. Considerarse algo es juzgar algo, no tener la certeza. Yo me puedo considerar guapo, aunque sepa que no todos estáis de acuerdo, pero lo normal es tener la certeza de si se es o no seguidor del Sporting de Lisboa, por poner un ejemplo. ¿Sugiere que hay la posibilidad de que en realidad no es independentista? ¿Tiene dudas? No hay para menos. A mí me parece muy complicado eso de no ser nacionalista pero sí independentista. Eso implicaría que eso del independentismo no llegaría a convicción, no pasaría de táctica calculada, coyuntural y, por lo tanto variable. En un principio se es independentista catalán porque se considera que Cataluña constituye una comunidad política soberana, es decir, una nación y, por lo tanto se es nacionalista. Sino la comunidad política sería irrelevante y bien valdría Cataluña, el Ducado de Gothia, el Área Metropolitana de Barcelona o Narnia.

En fin, confío que mis desvelos sean fruto de la descontextualización de la cita, que no me han permitido apreciar el sentido figurado de sus palabras. En cualquier caso, deseando que siga con salud por muchos años, me despido.

Reciba un cordial saludo,

El sofista que fui

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