Em considero
independentista català, però jo no sóc nacionalista, perquè, com
sóc immigrant, no em puc sentir nacionalista.
David Fernández
Apreciado
Ilustre Señor Fernández:
Me
tomo la libertad de escribirle ante el estupor que me ha ocasionado
la cita que encabeza esta carta y que, según parece, se ha extraído
de una entrevista que le realizaron recientemente. Ruego disculpe mi
osadía, pero hay un par o tres de premisas que se pueden desprender
de sus palabras que me veo impelido a comentar con usted.
Ignoro
el valor que le confiere usted al hecho migratorio. En un principio
no es más que una variable demográfica y un comportamiento
típicamente humano. Las primeras especies de nuestro género ya
desarrollaron la migración como estrategia adaptativa de probado
éxito. Sin lugar a dudas, la emigración exige capacidad de
adaptación y arrojo. Por todo esto, yo experimento una verdadera
admiración por los emigrantes y una profunda antipatía por cuantos
los desprecian. Es una actitud lamentablemente muy común y, las
cosas como son, propia de mediocres. Denota un falso complejo de
superioridad del que se siente dueño del terruño y ve amenazada su
posición, teóricamente privilegiada. Imagino que no le descubro
nada si afirmo que el desprecio al inmigrante es un sentimiento muy
arraigado en Cataluña. Yo tengo muy marcado el desprecio con el que
se refería mi abuela a aquesta
gent forastera o
aquesta gent castellana. Era una
mujer muy antigua y de derechas.
Así
pues, cuando usted se define como inmigrante ignoro si lo dice en un
plano teórico, poético – ya sabe, todos somos inmigrantes- o, por
el contrario, lo dice en sentido literal. He de reconocerle que
cuando he leído su cita – sacada de contexto, lo sé- me he
inclinado a pensar que lo decía en sentido literal. Entiéndame, es
lo que se desprende de tan breve texto. Y con las connotaciones
negativas que, como hemos comentado, muchos le atribuyen a la
inmigración, se figurará que semejante idea me ha escandalizado.
¿Cómo un tipo nacido en Barcelona afirma ser inmigrante? Solo una
mentalidad muy etnicista – quedándome corto- puede llegar a
sugerir que la condición de inmigrado, recién llegado, se transmite
de padres a hijos. Como si se tratase de una casta india – no de
las de Podemos, ya me entiende, me refiero a los intocables y demás-.
Semejante planteamiento es nauseabundo, pero, por desgracia, como
bien sabrá, es más abundante de lo que cabe esperar. A más de uno
y más de dos he sorprendido sosteniendo semejante aberración. Hasta
de colonos se habla, qué le voy a contar. Entenderá que me haya
alarmado pensando que se dedicaba a usted mismo ideas tan abyectas.
En fin, da pie a muchas especulaciones psicológicas de mal gusto,
por lo que he optado a comentarlo con usted antes de seguir por ahí.
Si
bien ésta era la afirmación que más me ha sobresaltado, no es la
única que me veo impelido a comentarle. Usted sentencia que siendo
inmigrante – que no lo es, claro, en todo caso, solo en un plano
poético- no se puede sentir nacionalista. Lo lamento, por más que
lo relea, soy incapaz de ver la relación de causalidad. No veo
impedimento físico a ser inmigrante y sentirse nacionalista a la
vez, de sobras es conocido lo veleidosos que pueden ser los
sentimientos y más referidos a conceptos tan abstractos y
complicados como nación o nacionalismo. Quizá no hable usted de
lógica – perdone si me excedo de aristotélico- sino de moral. Al
identificarse con la condición del inmigrante por coherencia moral
no puede sentirse nacionalista porque no puede sentirse ligado a
ningún territorio ni colectivo concreto. En tal caso le alabo el
criterio. Piense que la impresión que me había dado al leerle es
que no podía sentirse nacionalista catalán al no ser étnicamente
catalán. Ya, una estupidez sin sentido, discúlpeme, se habla tanto
de estos complejos conceptos que uno fácilmente acaba
confundiéndose.
Donde
si me ha de perdonar es en la afirmación de que se considera
independentista catalán pero no es nacionalista. Lo primero que
llama la atención es eso de considerarse independentista. Se es o no
se es independentista, es decir, partidario de la independencia.
Considerarse algo es juzgar algo, no tener la certeza. Yo me puedo
considerar guapo, aunque sepa que no todos estáis de acuerdo, pero
lo normal es tener la certeza de si se es o no seguidor del Sporting
de Lisboa, por poner un ejemplo. ¿Sugiere que hay la posibilidad de
que en realidad no es independentista? ¿Tiene dudas? No hay para
menos. A mí me parece muy complicado eso de no ser nacionalista pero
sí independentista. Eso implicaría que eso del independentismo no
llegaría a convicción, no pasaría de táctica calculada,
coyuntural y, por lo tanto variable. En un principio se es
independentista catalán porque se considera que Cataluña constituye
una comunidad política soberana, es decir, una nación y, por lo
tanto se es nacionalista. Sino la comunidad política sería
irrelevante y bien valdría Cataluña, el Ducado de Gothia, el Área
Metropolitana de Barcelona o Narnia.
En
fin, confío que mis desvelos sean fruto de la descontextualización
de la cita, que no me han permitido apreciar el sentido figurado de
sus palabras. En cualquier caso, deseando que siga con salud por
muchos años, me despido.
Reciba
un cordial saludo,