Hay muchas señales de que el actual
régimen se está desmoronando. Una de ellas es el descrédito al que
está llegando la prensa de referencia, habitual creadora de estados
de opinión. Pongamos un ejemplo representativo: El País. Periódico
nacido en el 1976, al albor del nuevo régimen que nacía y que logró
ser la expresión de la progresía biempensante. Todos sabíamos de
qué pie cojeaba, pero gozaba de cierta credibilidad, se la percibía
como periodismo mínimamente riguroso. Ya no. Ahora es imposible
considerarlo información, apenas pasa de agencia de comunicación. Y
chapucera.
No voy a hacer un prolijo inventario.
Sería interminable. Me voy a centrar en el último caso. Flagrante.
Diría que una ofensa a la inteligencia de sus lectores. Ayer,
miércoles 11 de febrero de 2015, Pedro Sánchez y Tomás Gómez nos
regalaron a los españoles un espectáculo que este humilde
observador definiría como grotesco y que todo dios consideró como
señales del hundimiento del PSOE. El Secretario General del PSOE nos
sorprendió a todos disolviendo la federación madrileña del partido
para quitar de en medio a un Tomás Gómez ciertamente quemadísimo
por lo del tranvía de Parla. El afectado, lejos de acatar, se
rebela, monta una rueda de prensa atacando a Pedro Sánchez y amenaza
con llevar la decisión a los tribunales. El sainete continuó por la
tarde con una especie de manifestación tumultuosa de seguidores deTomás Gómez (no demasiado concurrida, todo sea dicho), ante la sede
de Ferraz que casi acaba a tortas. Todo esto a tres meses de las
elecciones autonómicas en Madrid. El PSOE sin candidato y con guerra
abierta. Yo no podía quitarme de la cabeza la famosa frase de Josep
Tarradellas de que en política se puede hacer de todo menos el
ridículo.
Mientras estábamos todos estupefactos
contemplando el esperpento, a Metroscopia le dio tiempo para hacer
800 llamadas a madrileños, no solamente informados de lo sucedido
ese día en el PSOE sino con opinión forjada, y elaborar una
encuesta. Sondeo urgente, le llaman, sin ruborizarse ni nada. Elveredicto que nos publica El País es que Pedro Sánchez no solo sale
reforzado de la crisis, sino que encima el PSOE sube unos 8 puntos en
intención de voto y se pone primera en Madrid. Sin tener candidato.
Vamos, ni en los sueños más húmedos de Pedro Sánchez. Y todo esto
ya lo tenían publicado por la noche del mismo día de los hechos.
La reacción es evidente: ¡Vamos
hombre! Es, sencillamente, inverosímil. La pregunta no es por qué
nos toman (es evidente), sino cómo pueden tener tan poco apego a un
mínimo de credibilidad, incluso de ridículo. ¿Hasta qué punto
tienen vinculada su suerte con la de Pedro Sánchez? ¿Por qué
tantas prisas?
Me da vergüenza reconocerlo, antes
leía El País a diario, pero desde hace tiempo me niego a echarle
una ojeada. Es una cuestión de credibilidad, que es algo totalmente
subjetivo. En el momento en que sientes que no te están informando
sino que te están comunicando lo que toca, no tiene sentido seguir
leyendo ese medio. Sin lugar a dudas, el principal capital de un
periódico es su credibilidad y eso no hay anuncio del Banco
Santander que lo pague. La cuestión es si antes actuaba exactamente
igual o ha ido extremando sus manipulaciones hasta hacerlas
irrisorias. Es decir, como en una ruptura, si ha cambiado él o he
sido yo. Lo más probable es que sea las dos cosas. De lo que se
trata es que con el cambio seamos cada vez más críticos y
exigentes.
Como se puede comprobar en la elección
de los enlaces, mi medio de referencia ahora tiende a ser
eldiario.es. Tiene sus limitaciones, pero al menos en una muestra de
humildad nos reconoce que es “periodismo a pesar de todo”. Otra
muestra, en definitiva, del cambio de régimen que estamos viviendo.
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